Una experiencia que me abre más
a mí mismo
y al mundo
Hernani – Guipúzcoa -
27 de mayo de 2014
En las siguientes líneas comentaré cómo he vivido yo
y cómo me siento después de haber hecho una experiencia de trabajo voluntario
en grupo con personas de muy diversas procedencias.
Llevábamos algún tiempo pensando sobre cómo
podríamos ayudar a las personas de nuestro entorno que necesitan recursos para
darse módulos o cursos de formación y desarrollo personal PRH. En este sentido,
ya habíamos puesto en marcha una primera iniciativa para recabar aportaciones
económicas, con el fin de apoyar a un grupo de mujeres inmigrantes.
El grupo de colaboradores-as de PRH de la zona, empezamos
a reunirnos con algunas otras personas pertenecientes al colectivo AMHER (Asociación
Multicultural de Hernani) que ya han conocido la formación PRH y también están
motivadas a trabajar para esta causa. Pues bien, hace poco más de dos meses nos
llegó una noticia que iba a resultar clave para la experiencia que íbamos a
vivir durante las siguientes semanas: nos cederían gratuitamente el restaurante
Errioguarda-Enea, en pleno centro de Hernani, algún domingo. Eso nos abría a la
posibilidad de organizar algo así como un encuentro gastronómico, que nos
permitiría obtener algunos fondos.
En relación al grupo de trabajo, a mí me ha
resultado muy constructivo lo bien que nos hemos podido coordinar, existiendo
todos-as con nuestras dudas, dificultades, preocupaciones, etc., y también con
determinación para abrirnos a nuestras capacidades y aportar, con eficacia, lo
que en cada momento se nos daba.
Contábamos de fondo con todo un colectivo dispuesto
a aportar su saber hacer culinario y con la generosidad de las personas que nos
cedían el restaurante. Yo he sentido que me llegaba una fuerza de empuje de
todas estas personas que nos alentaban a dar los pasos necesarios para la
organización del encuentro. No había mucho tiempo, ya que las fechas que nos
quedaban no eran las mejores para este tipo de eventos. Lo podíamos dejar para
más adelante, pero había que valerse de esta txanpa o arrancada y sacar provecho de ella. La ocasión se
presentaba como única.
Organizamos UN MENÚ CON SABOR A MUNDO – ZAPORE MUNDIALA DUEN
MENUA con platos de África, América, Asia y Europa. Preparamos unos tickets de
venta, donde se concretaban los platos a degustar y una breve explicación sobre
la finalidad del encuentro. Nos reunimos 42 comensales, y hubo personas que, no
pudiendo acudir a la comida, nos hicieron llegar sus aportaciones económicas.
Además estábamos el grupo de trabajo de la cocina y del servicio. Me resulta
muy gratificante la inmensa bondad que me llega de todas estas personas. Todo,
todo, todo, fue preparado con mucha ilusión y mucho mimo. Desde los tickets,
las comunicaciones, cada una de las comidas, las bebidas, los manteles, todo lo
que el restaurante nos facilitó… hasta
las explicaciones que ofrecieron los artífices de cada plato a los comensales.
Tal y como se explicó al inicio de la comida se respiró una deseo de compartir
y de colaborar. Fue un día precioso, de los de guardar, coloreado de humanidad
y alegría.
Pero esto no es todo: esta comida tuvo un “pre”, un
“durante” y un “pos”.
Como queríamos hacer las cosas tan bien, tuvimos
una cena-degustación previa para decidir el menú definitivo. ¡Qué gozada! ¡Hay
tantas cosas tan buenas por todas partes…! Pero lo mejor fue la diversidad
cultural que se reunió en torno a esa mesa. Y además en Iparragirre, en la
sidrería de una de las del grupo. El encuentro sirvió también para que algunos
nos conociéramos, ya que hasta entonces “organizadores-as” y cocineros-as” no
habíamos coincido.
Otro momento muy entrañable fue el mismo día de la
comida. El grupo de trabajo comimos hora y media antes, como auténticos
profesionales. Se percibía la ilusión de cada uno-a y también me pareció sentir
algo así como un punto de tensión ante el reto que se nos presentaba, combinado
de una buena dosis de confianza. Había equipo y todos los preparativos
marchaban sobre ruedas. Así fue el día y al final de la jornada se diría que
rezumábamos algo de euforia. Estábamos realmente contentos-as.
Y nos quedaba el “pos”. El día que los
organizadores-as nos juntamos a hacer el balance, nos sentimos motivados a
recoger el guante que durante el
“pre” nos lanzó una de las cocineras: ellas están acostumbradas a aportar sus
platos cada vez que tienen un encuentro con las personas autóctonas, pero no al
revés. Así que nos pareció una buena razón para hacer algo así como una comida
de agradecimiento de los “organizadores-as” a los “cocineros-as” y que a la vez
sirviera de celebración por la experiencia compartida. Pudimos disfrutar de un
momento muy divertido y a la vez emotivo de compartir canciones en los distintos
idiomas de origen de los presentes: mongol, uzbeko, árabe, español y euskara.
Al final de estas líneas, destacaría como lo más
significativo lo que me ha enriquecido trabajar codo con codo con personas
procedentes de otros países y sentirme en comunicación de ser a ser, igual que
con las personas del grupo que conocía de antes. Son cosas que ya sé que son
así, pero he tenido la oportunidad de vivirlas, de sentirlas y de constatar una
vez más lo diversas y a la vez iguales que somos todas y cada una de las
personas. Todo esto ha supuesto para mía un verdadero regalo y una oportunidad de
abrirme de otra forma al otro mundo que también me rodea y de percibir en mí
una dimensión que hasta ahora no había tenido la oportunidad de descubrir. Me
siento privilegiado y agradecido por todo ello. Eskerrik asko!
Andoni Lizeaga