Cuento
escrito por Alex Rovira en "La Brújula Interior".
Es una
versión 'distinta' de "Caperucita y el Lobo Feroz".
Érase
una vez Caperucita, su abuelita y el lobo Feroz.
Un día, viendo que las cosas no iban del todo bien, que
llevaban unas vidas un tanto ajetreadas y complicadas, y, sobre todo, que
estaban cansados de vivir siempre el mismo cuento, decidieron ponerse manos a
la obra y hacer un buen trabajo terapéutico...
... Caperucita decidió dejar de hablar con lobos seductores,
manipuladores y mentirosos que la engañaban y la hacían andar más de la cuenta
por caminos largos y complicados.
... La abuelita decidió dejar de abrir la puerta a lobos que
se hacían pasar por tiernas niñas, aunque peludas y con la voz ronca. Decidió
además dejar de vivir en una casa aislada en medio del bosque y se compró un
pisito en la ciudad. También contrató a una asistenta para que la cuidase y le
hiciera la compra, a fin de evitar que su nieta tuviese que llevarle
provisiones atravesando un bosque lleno de lobos mentirosos y peligrosos.
Porque la abuelita, gracias a la buena fe de su hija y su nieta, había ido
ahorrando con el tiempo dinero de sobras para pagarse el pisito y la asistenta.
... Y el lobo Feroz decidió dejar de disfrazarse de abuelita
y de meterse en camas ajenas para cazar. Vio que era más fácil cazar conejos en
el bosque que complicarse la vida engañando a niñas y abuelas usando
disfraces... Es decir, decidió ser un lobo de verdad, un lobo auténtico.
Y colorín colorado, el cuento se ha acabado... ¡Definitivamente!
Para descanso y felicidad de sus tres protagonistas.
Moraleja: quizá para empezar a ser felices de verdad lo que
toca es empezar a ser sinceros con nosotros mismos para vernos tal cual somos,
pedir ayuda si la necesitamos y, en definitiva... ¡Dejarnos de cuentos!