ÁNGEL GONZÁLEZ
Este poeta esencial es oriundo de Oviedo, donde nació en 1925. Su
familia quedó muy afectada por los conflictos políticos que derivaron en la
Guerra Civil; perdió a un hermano, otro se exilió y su hermana fue vetada para
ejercer de maestra. Esta situación y las secuelas de la tuberculosis que
padeció –y en cuya convalecencia leyó asiduamente poesía– dan forma a su obra,
de claro contenido social, urbano y crítico, y también de un intimismo
optimista muy característico.
Estudió Derecho en Oviedo, y en la Escuela Oficial de Periodismo en
Madrid, y opositó para ocupar una plaza de funcionario en el Ministerio de
Obras Públicas. Aprovechó una excedencia para viajar a Barcelona y relacionarse
con poetas como Barral, Gil de Biedma y Goytisolo, y poco después publicaba su
primer obra, “Áspero mundo”. De vuelta en Madrid, empezó a frecuentar a otros
escritores, como García Hortelano, Celaya o Caballero Bonald. Junto a algunos
de ellos se le enmarca en la llamada Generación del 50. Entre sus obras podemos
destacar “Sin esperanza, con convencimiento”, “Grado elemental”, “Otoños y
otras luces” y “Palabra sobre palabra”. Por sus libros fue merecedor del Premio
Príncipe de Asturias de las Letras en 1991, entre otros reconocimientos.
Murió en 2008.
Ángel González
pensaba…
Para
vivir un año es necesario morirse muchas veces mucho.
Mi
corazón: tu nido. Muerde en él, esperanza.
Donde
pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida.
Pongo
en juego mi vida, y pierdo, y luego vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Si
yo fuera Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti.
Cuando
el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos, pensaré en ti, tal vez. Seguramente, mis
sucesivos cuerpos, prolongándome, vivo, hacia la muerte, se pasarán de mano en
mano, de corazón a corazón, de carne a carne, el elemento misterioso que
determina mi tristeza cuando te vas, que me impulsa a buscarte ciegamente, que
me lleva a tu lado sin remedio: lo que la gente llama amor, en suma.
Ninguna
era tan bella como tú durante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida
entera.
Cuando
tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu
boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes
lo que haces.
Largo
es el arte; la vida en cambio corta como un cuchillo.
Te
llaman porvenir porque no vienes nunca.
La poesía enriquece el pensamiento y el alma. Os invito a sentirla y
a practicarla.
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