CUERPO Y
CONCIENCIA
El cuerpo humano es una maravilla que vale la
pena contemplar, aunque estemos tan familiarizados con él que no caigamos en la
cuenta de su complejidad por el número y variedad de células, órganos, tejidos
interactuando al unísono de manera natural. Con frecuencia, sólo cuando algo
falla o tiene problema recordamos con nostalgia lo bien que hemos estado, cómo
nos ha servido y acompañado. Podemos detenernos a dejarnos sentir nuestro
cuerpo en sus sentidos, en el latir de su corazón, en el ritmo de nuestra
respiración; sentir su armonía, su belleza, incluso aunque no responda a los
cánones de la moda imperarte. El cuerpo humano es bello en sí mismo…
El cuerpo es nuestro aliado para vivir y
llevar a cabo las potencialidades y riqueza interior, que nos identifican. Sólo
necesitamos detenernos un poco, pensar en cómo hemos llegado a la vida cada
uno: por el cuerpo de una mujer, en el que anidamos unos meses, y que un día
nos estrechó en sus brazos, nos alimentó, nos enseñó a andar; el niño juega con
su cuerpo, estudia con su cuerpo; el cirujano opera con su cuerpo; el
barrendero mantiene limpias nuestras calles con su cuerpo. Por medio de él
nuestro ser se expresa y comunica. Expresa su alegría, su amor, su entrega, sus
capacidades artísticas, pedagógicas, culinarias… Lo necesitamos para
relacionarnos: para ver a las personas, sonreírles, estrecharles la mano,
abrazarles, caminar a su lado, enjugar sus lágrimas, hablarles, desvelarles
nuestra intimidad, nuestros proyectos, escucharles en lo que nos comparten…Lo
necesitamos para contemplar las maravillas de la naturaleza, de nuestro mundo:
ese paisaje apacible, la cascada fascinante, el mar que se pierde en el
horizonte, tantas obras de arte que han atraído nuestra atención; con él
escuchamos la música que nos embelesa..
La calidad de nuestra vida depende, en parte,
de la forma como le tratamos, como le vemos, como respondemos a sus
necesidades, como prevenimos y cuidamos su salud. El cuerpo nos da mucho. Aquí
entra nuestra responsabilidad y compromiso, lo que cada uno podemos hacer por
nuestro cuerpo, porque no es indiferente cómo vemos nuestro cuerpo, cómo nos
comportamos con él, cómo respondemos a sus necesidades, cómo prevenimos y
cuidamos su salud. No se trata, por supuesto, de endiosarlo y de vivir para él.
Aquí es donde nuestra conciencia
profunda viene en nuestra ayuda, esa voz interior que llevamos dentro y que
nos indica lo que es coherente con quienes somos y lo que no lo es. Es inteligente
aprender a escuchar esta instancia de nuestra persona en todo lo relacionado
con nuestro cuerpo. Hacerlo nos llevará a respetarlo y cuidarlo como se merece.
Además, el cuerpo, nuestro cuerpo, nos
“habla”. Escucharlo y tener en cuenta sus mensajes es sabio, porque nos dice la
verdad de lo que vivimos, de lo que nos afecta, de lo que nos impacta; nos dice
cómo estamos funcionando, lo que nos hiere y hace daño a todos los niveles de
nuestra persona. Aprendiendo a descifrar sus mensajes podemos profundizar en el
conocimiento de nuestras vivencias, de nuestros funcionamientos, de quiénes
somos en nuestro ser.
Podemos ser amigos de nuestro cuerpo. El
cuerpo es agradecido, muy agradecido: si le damos el descanso, el ejercicio, la
alimentación que él necesita, su energía se renueva y podemos contar con ella
para vivir nuestra misión…Como se nos dice en el libro “La persona y su
crecimiento”: “Cuidar el cuerpo y gestionar sus fuerzas sobrepasa el mero
bienestar corporal o la salud del cuerpo, aunque participe de ello y tenga toda
su importancia. La gestión del cuerpo está estrechamente ligada a la finalidad
existencial de la persona” (pág.103)
Mª Felicidad Álvarez
Formadora PRH