Yehudi Menuhin,
también conocido como Lord Menuhin of Stoke d'Abernon, fue un violinista y director de orquesta nacido en Estados Unidos,
con nacionalidades de Suiza (1970) y británica
(1985), de origen ruso (con
ascendencia judía).
Menuhin es considerado uno de los más grandes violinistas del siglo XX.
Presidió el
Consejo internacional de música en la Unesco (de 1969 a 1975) y fue un activo
defensor de causas humanitarias.
Este texto fue
hallado entre los documentos de sus últimas voluntades:
A Ti, a Quien no conozco ni puedo conocer – ni en
mi interior ni fuera de mí – y a Quien estoy unido por el amor, el temor y la
fe – al Único en todas sus representaciones– dirijo esta oración:
Guíame hacia lo mejor de mí mismo – ayúdame a convertirme en alguien en quien
confíen los seres vivientes, criaturas y plantas, así como el aire, el agua, la
tierra y la luz que los sustentan; mantenme como alguien que respeta el
misterio y el carácter de cada variedad de vida en toda su unicidad y solidez,
ambas esenciales para la supervivencia de cualquier vida.
Ayúdame a preservar mi capacidad para maravillarme, extasiarme y descubrir;
permite despertar en mí el sentido de la belleza en cualquier lugar, y a
contribuir con y para otros y para conmigo mismo en el conjunto de la belleza
que observamos, oímos, olemos, probamos o tocamos o que de algún modo
concebimos a través de la mente y el espíritu; ayúdame a no perder nunca el
vivificante ejercicio de proteger a todo aquél que respire, pase hambre, tenga
sed; a todo aquél que sufra.
Ayúdame a permanecer acorde con los valores relativos, a equilibrar
pacientemente el paso del tiempo con la rica cosecha de fidelidades,
experiencia, éxito, ayuda e inspiración.
Ayúdame a ser un buen guardián del cuerpo que Tú me has dado. Que esta vida
confiada a “mi” temporal resguardo, vuelva al círculo terrenal en la mejor
condición posible para que la vida continúe. Así pues, Tu deseo se hará.
Que aquellos que me sobrevivan no lloren mi muerte sino que continúen siendo
igual de serviciales, amables y sabios con los demás, igual que fueron conmigo.
Aunque me encantaría vivir muchos años disfrutando de los frutos de mi
afortunada y rica vida, con mi preciada mujer, familia, música, amigos,
literatura y numerosos proyectos, en este mundo de culturas y gentes tan
diversas he recibido ya la bendición, afecto y protección suficiente para
satisfacer miles de vidas.
Y finalmente, mientras Te suplico que me protejas de la ira y la condena, la
mía de los demás y la de los demás de mí, ilumínalos a ellos y a mí y ayúdanos
a perdonarnos el uno al otro.
También con aquellos enemigos que posiblemente tenga, ayúdame a distinguir
entre los reconciliables y los irreconciliables, dame ánimos para buscar por
todos los medios el entendimiento con los primeros, y hacer a los segundos
ineficaces y a aprender de los dos.
Dame la inspiración que has dado a la humanidad y anímame a reverenciar y a
seguir estos ejemplos vivos que consagran tu espíritu – el espíritu que hay en
el interior y fuera de cada uno de nosotros – el espíritu de Aquél y de
Aquellos – la iluminación de Cristo, de Buda, de Lao-Tsu y de los profetas,
sabios, filósofos, poetas, escritores, pintores, escultores, todos los
creadores y artistas, y toda la gente desinteresada, los santos y las madres,
conocidos y desconocidos, los exaltados y los humildes – hombres, mujeres,
niños de todos los tiempos y lugares – cuyo espíritu y ejemplo permanecen con
nosotros y dentro de nosotros para siempre.