sábado, 5 de abril de 2014

 

EL SENTIDO DE MI VIDA

 

 En torno al sentido de la vida se plantean muchos interrogantes:

¿Es posible vivir una vida con sentido en nuestro mundo de hoy, con la crisis que estamos viviendo, no solo económica, sino, sobre todo, de valores?

¿Es posible que yo encuentre sentido a mi vida, cuando me están sucediendo tantos acontecimientos que me hacen sufrir, que me desgastan y me quitan hasta la ilusión de vivir?

¿Es posible que mi vida tenga sentido en mi jubilación, cuando he tenido que dejar el trabajo que me gustaba, y me siento tan disminuido en mis energías?

¿Es posible que mi vida tenga sentido, cuando he roto con mi pareja, he perdido la custodia de mis hijos, me he quedado en el paro? ...

 

El sentido es inherente a la persona, existe para ti y para mí. Pero el que lleguemos a encontrarlo y vivirlo depende de dónde lo busquemos y en qué lo pongamos. Mientras creamos que depende de que todo nos salga bien en la vida, del éxito y triunfo en lo que nos proponemos o emprendemos, del reconocimiento y valoración de los otros, de seguir las consignas o imitar a los que consideramos personas realizadas, porque nos parece que son quienes triunfan en nuestra sociedad,...;o ,si lo unimos a no tener imprevistos desagradables que interfieran que sigamos viviendo lo que queremos vivir, en llevar una vida satisfactoria en la que no nos falte de nada..., es bien posible que el sentido de nuestra vida esté amenazado continuamente, que no podamos descansar en él, porque cuando no es una cosa será otra la que vendrá a sacarnos de nuestros paraísos añorados.

 


 

 

Para encontrar el sentido de nuestra vida necesitamos encontrarnos a nosotros mismo en profundidad, en esa profundidad que está a salvo de las marejadas de la sensibilidad cambiante, sufriente, traumatizada quizá. Necesitamos adentrarnos en el corazón de nosotros mismos y descubrir nuestra esencia, lo que nos hace personas únicas e irrepetibles; nuestra identidad, esa identidad que permanece en el tiempo y que no depende de nada exterior a nosotros, ni siquiera de nuestros propios comportamientos. Nuestro rostro original.

 

¿Cómo podemos acceder a esa profundidad que nos constituye? Necesitamos “ver”, ver más allá, más al fondo. Y para ver tenemos que optar por observarnos, observar nuestra vida, contemplar lo que sale de nosotros, sobre todo cuando la sensibilidad está apaciguada, serena. En esos momentos, ¿cómo soy yo?, ¿qué brota de mí?, ¿qué actitudes, capacidades, valores pongo en obra? ¿Cómo me siento cuando mi vida profunda fluye y se concreta en decisiones, acciones, compromisos? Por este camino podemos llegar a descubrir y vivir en permanencia el sentido de nuestra vida…

 

El verdadero sentido de la vida está dentro de cada persona, es inseparable de quien se es en profundidad. Cuanto más una persona se conoce a este nivel y se vive desde él, su vida tiene más sentido. Este sentido de la vida es compatible con pérdidas, duelos, enfermedades, fracasos; es compatible con vivir en una sociedad en la que hay sinsentidos.

 



 

Este sentido de la vida permanece y se mantiene en las diferentes etapas de la misma. No solo no se tambalea cuando los acontecimientos son desfavorables a la persona o nefastos, sino que incluso ayuda a vivirlos constructivamente porque se enraíza y alimenta de lo profundo de la persona, de su roca de ser. Al no depender de lo exterior, no fluctúa a su ritmo o a su merced: es capaz de permanecer y hace que la persona se vaya adaptando a lo que le toca vivir en cada caso creativamente. Es un sentido de la vida que cuenta con la novedad del ser, la solidez del ser, la garantía del ser.


 Mª Felicidad Álvarez




IRRADIAR VIDA



Cuando somos verdaderamente nosotros mismos, resplandecemos. Cuando hablamos y actuamos desde una convicción profunda, el entusiasmo que nos habita contagia a los demás. Una palabra cálida genera como por arte de magia una sonrisa en un rostro. El aliento o un elogio dan alas. La generosidad invita a la generosidad, es un antídoto contra la amargura y el negativismo. La autenticidad llama a la autenticidad. La vida invita a la vida. La solidez interior incita a la solidez.

Resplandecer la Vida motiva a la gente y ayuda a construir un mundo más humano
PRH-International




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