lunes, 18 de mayo de 2015

La verdadera autonomía: una interacción entre afirmación auténtica y adaptación

Cuando sabemos bien quiénes somos y cuáles son nuestros valores, tenemos ya un terreno sólido en el que pisar. Cuando estamos suficientemente familiarizados con nuestro ser, podemos vivir de acuerdo con él, existir a partir de él. Existiremos tal como somos. Ni más ni menos, ni mejor ni peor. Estamos ahí con nuestras capacidades y nuestros límites. Somos verdaderos. Nos vivimos en autenticidad.
Para crecer en la afirmación de sí mismo hay que evitar dos trampas: «querer dominar» y  «borrarse a sí mismo». Es importante darse cuenta de que esas dos trampas no se manejan intencionadamente, sino que son tendencias provocadas por unas carencias subyacentes. «Querer dominar», por ejemplo, puede tener relación con una carencia de reconocimiento, o bien «borrarse» con una carencia de ser amado, una carencia de seguridad…
Querer darse demasiada importancia e imponerse dificultará la adaptación, así como será difícil ser auténtico si nos hacemos casi invisibles. Suele suceder que algunas personas (consciente o inconscientemente) justifiquen su modo de actuar a partir de una carencia y, en realidad, no lleguen por ello a responsabilizarse de su funcionamiento.
Mi padre era un hombre extremadamente severo, a menudo hasta el límite de lo irracional. Mis hermanos y yo debíamos callarnos cuando él hablaba o cuando él escuchaba los informativos por la radio o cuando conducía el coche. Si no nos callábamos cuando él quería, daba un puñetazo sobre la mesa. Cuando yo estaba en otra parte, por ejemplo en la escuela, hablaba mucho, intentando ser escuchado. No me molestaba nada que mis compañeros de clase suspirasen cuando una vez más discutía con un profesor. Varios años más tarde, encontraba exagerado que durante nuestras reuniones algunos colegas mostraran nerviosismo cuando, una vez más, yo no pensaba mis palabras. Cuando un colega y amigo me hizo caer en la cuenta de que mis palabras me desacreditaban y que yo mismo hacía el diálogo difícil por mis declaraciones sin matices, encontré una gran clave. Quería conseguir lo que me habían negado durante mi juventud. A mi parecer, mi funcionamiento estaba justificado. Sin embargo, gracias a esta ayuda, comprendí que mi modo de funcionar era muy poco eficaz. Era considerado como un joven insoportable que valía más no tener en la mesa de negociaciones. Y a decir verdad, yo no me sentía siempre escuchado de verdad. Esto me exigía mucha energía y voluntad, pero ahora, que ocupo mejor mi justo lugar en un grupo, me expreso con más calma. Se me escucha mucho mejor cuando digo algo. Incluso me han felicitado por las ideas productivas que presentaba. ¡Sí, esto es una actuación victoriosa!
                                                             Bernard

La autenticidad va a la par de la afirmación ajustada de sí mismo. A partir de la autenticidad, nuestro comportamiento natural es la asertividad. Respecto al otro, a los otros o a un grupo, existir significa que aceptamos nuestros propios límites y que manifestamos nuestras capacidades. Nos consolidamos en nuestras capacidades comprometiéndolas en un interés común, el de la relación, el del grupo. Esta afirmación de sí mismo, este «existir» de un modo ajustado, significa siempre un respeto por nosotros mismos y por los otros. Si en nuestro actuar «nos tenemos en cuenta», eso supone que nos adaptamos.
En la adaptación, sin embargo, puede producirse un «exceso». Adaptarse demasiado, o demasiado pronto, equivale a capitular y se hará a expensas de la fidelidad a sí mismo (autenticidad). Algunas situaciones acaban en un callejón sin salida... Algunas relaciones pueden ir mal por ello.
Existir de un modo adulto y autónomo es una interacción continua entre autenticidad y adaptación. En la autenticidad hay siempre una disposición a la adaptación, allí donde es requerida. El movimiento de adaptación tiene en sí un núcleo indestructible de autenticidad con el que no es posible cualquier compromiso.
Ejercicio
·     Describo una situación en la que me he adaptado y he experimentado satisfacción por no haberme negado a mí mismo.
·       ¿Soy alguien que afirma su autenticidad teniendo en cuenta a los otros y las situaciones? ¿Cómo me percibo globalmente?
·       ¿Qué progresos me gustaría hacer: del lado de la adaptación y del lado de la afirmación ajustada de mí?

Del libro "Afirmarse de un modo auténtico y respetuoso" pags. 68-69




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.