sábado, 25 de junio de 2016

Carta de una maestra que se va a jubilar a sus alumnos

Mis queridos alumnos:
          No quiero que llegue el momento de despedirme sin deciros antes que me siento muy orgullosa de todos vosotros y muy afortunada de haberos conocido.
          Ha sido muy hermoso ver cómo habéis ido creciendo en todos los sentidos durante este tiempo que hemos compartido. Poder contemplar los destellos de ese ser tan maravilloso y único que sois cada uno, porque cada uno de vosotros sois para mí alguien muy especial.
 Me gustaría que os pudierais contemplar en un espejo con los mismos ojos con los que yo os veo. Entonces veríais que, entre todos, acumuláis tanta bondad, tanto coraje, tanta fuerza de vida, tanto corazón, tanta inteligencia, tanta simpatía, tanta grandeza, tanto de tanto, que soy yo la que tengo que daros las gracias por hacer que, llegado el GRAN MOMENTO de mi jubilación, me vaya con los bolsillos y el corazón llenos de toda esa fortuna que me ha proporcionado el teneros como alumnos.
          Sólo desearía que vosotros también os llevarais en algún rincón de vuestra mochila o de vuestro corazón todo mi empuje, mi cariño, mi aliento, mi confianza en vosotros y en la Vida, por, si alguna vez flaquearan vuestro ánimo o vuestras fuerzas,  que no os rindáis nunca; que sigáis apostando, aún más fuerte que yo si cabe, por vosotros y por la Vida, y os levantéis las veces que os tengáis que levantar.
Aprended a tender la mano, tanto para ayudar, como para pedir y recibir ayuda si la necesitáis, porque ambos gestos (el del dar y el del recibir) forman parte del lenguaje de la solidaridad y del amor entre todos.
Que, si alguna vez hacéis mal o cometéis errores , seáis capaces de reconocerlo y de rectificar o reparar el daño causado; que sepáis decir lo siento, porque en estas palabras, si son sinceras, se pondrá de manifiesto vuestra GRANDEZA.
Tomad siempre decisiones sabias, que son esas que están siempre en armonía con la grandeza de nuestro ser.
Recordad que, para conseguir vuestras metas y sueños, es preciso el esfuerzo. No lo despreciéis, porque es ese esfuerzo por llegar a alcanzarlos el que os hará crecer y conquistar vuestra felicidad.
Aprended a buscar siempre razones para la gratitud y la alegría, por muy mal que os pueda parecer que os van las cosas, y siempre os sentiréis  afortunados por algo y bendecidos por la Vida.
          Y, por último, aprended a mirar dentro de vuestro corazón, y siempre estaréis orgullosos de quiénes sois como yo lo estoy de todos vosotros.

                    OS QUIERE Ana.

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