Todos
deseamos sentirnos dueños de nuestra vida; es un anhelo de nuestro ser.
En
el curso A la
escucha de mi mundo interior, a partir de la sensación de “sentirme acorralada por
las circunstancias de la vida”, acogí que debajo subyacía este anhelo profundo de ser
dueña de mi vida. Me sentí atraída a poner el foco de
atención en las veces o situaciones en que sí he podido sentirme así, artífice de mi vida, colaboradora con la
Vida. Gracias a este trabajo he podido conectar con mi libertad profunda y con mi
capacidad de existir como un rasgo de mi ser ya vivo en mí.
Yo
me siento dueña de mi vida:
•
Cuando, en lugar de esperar “a
ver si…”, tomo yo la iniciativa.
• Cuando
me permito reconocer ante los otros mis necesidades y responder de manera ajustada
a ellas, poniendo en su justo lugar el qué dirán, cómo reaccionarán los otros,
sus juicios…
•
Cuando me sitúo en mi ser,
conecto con la Fuente de Vida y me abro humildemente a Ella, sintiéndome amada
y merecedora de todo lo bueno que la Vida tiene para mí.
• Cuando
soy fiel a mí misma y el referente de mi vida es mi yo profundo, y no los
otros.
•
Cuando no me dejo atrapar
por mi sensibilidad dando lugar a que esta tome el mando; y, a cambio, me
permito vivirme en humildad escuchando y siendo dócil a mi conciencia profunda.
•
Cuando me concedo tiempos de
silencio e interiorización para escucharme y saber lo que en verdad vivo,
pienso o siento.
•
Cuando me doy permisos para
ser como soy, sentir lo que siento, desear lo que deseo, necesitar lo que
necesito… o, lo que es lo mismo, cuando me reconozco el derecho a mí misma y a
mi vida.
• Cuando
decido salir de la “sensación de centrifugado” que experimento al sentirme
atrapada en una determinada sensación negativa, y la traspaso para abrirme a un
espacio vivificante en mí y darme un “baño de ser” (que es lo que he
experimentado a través de este trabajo).
• Cuando reconozco mi cuerpo
como mi aliado y no como una amenaza para mi vida: con sus dolores, sus
desequilibrios…
• Cuando
siento que mi ser permanece, sigue vivo, al margen de que llueva, truene
o salga el sol.
• Cuando
no soy esclava de los “tengo que” y paro
a preguntarme: “¿Realmente tengo que…?”, liberándome de ese virus
cerebral que contamina mi vida restándomela.
• Cuando
me permito salir de mi zona de confort, en la que “todo” está controlado,
y me concedo la libertad de dar respuesta a anhelos, inquietudes, deseos…, que,
en muchas ocasiones, quedan abortados por el vértigo que experimento ante el
temor a sentirme expuesta a la vida.
• Cuando
confío en la Vida.
Ana Mª
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.