jueves, 20 de octubre de 2016

ser dueña de mi vida…


Todos deseamos sentirnos dueños de nuestra vida; es un anhelo de nuestro ser.

En el curso A la escucha de mi mundo interior, a partir de la sensación de sentirme acorralada por las circunstancias de la vida”, acogí que debajo subyacía este anhelo profundo de ser dueña de mi vida. Me sentí atraída a poner el foco de atención en las veces o situaciones en que sí he podido sentirme así, artífice de mi vida, colaboradora con la Vida. Gracias a este trabajo he podido conectar con mi libertad profunda y con mi capacidad de existir como un rasgo de mi ser ya vivo en mí.

Yo me siento dueña de mi vida:

     Cuando, en lugar de esperar “a ver si…”, tomo yo la iniciativa.

  Cuando me permito reconocer ante los otros mis necesidades y responder de manera ajustada a ellas, poniendo en su justo lugar el qué dirán, cómo reaccionarán los otros, sus juicios…

     Cuando me sitúo en mi ser, conecto con la Fuente de Vida y me abro humildemente a Ella, sintiéndome amada y merecedora de todo lo bueno que la Vida tiene para mí.

     Cuando soy fiel a mí misma y el referente de mi vida es mi yo profundo, y no los otros.

     Cuando no me dejo atrapar por mi sensibilidad dando lugar a que esta tome el mando; y, a cambio, me permito vivirme en humildad escuchando y siendo dócil a mi conciencia profunda.

      Cuando me concedo tiempos de silencio e interiorización para escucharme y saber lo que en verdad vivo, pienso o siento.

     Cuando me doy permisos para ser como soy, sentir lo que siento, desear lo que deseo, necesitar lo que necesito… o, lo que es lo mismo, cuando me reconozco el derecho a mí misma y a mi vida.

  Cuando decido salir de la “sensación de centrifugado” que experimento al sentirme atrapada en una determinada sensación negativa, y la traspaso para abrirme a un espacio vivificante en mí y darme un “baño de ser” (que es lo que he experimentado a través de este trabajo).

    Cuando reconozco mi cuerpo como mi aliado y no como una amenaza para mi vida: con sus dolores, sus desequilibrios…

     Cuando siento que mi ser permanece, sigue vivo, al margen de que llueva, truene o salga el sol.

  Cuando no soy esclava de los “tengo que” y  paro a preguntarme: “¿Realmente tengo que…?”, liberándome de ese virus cerebral que contamina mi vida restándomela.

   Cuando me permito salir de mi zona de confort, en la que “todo” está controlado, y me concedo la libertad de dar respuesta a anhelos, inquietudes, deseos…, que, en muchas ocasiones, quedan abortados por el vértigo que experimento ante el temor a sentirme expuesta a la vida.

     Cuando confío en la Vida.

Ana Mª

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.